Crisi económica de 1929
La crisis económica mundial más importante del siglo XX, manifestó su primer síntoma con el Crack de la Bolsa de Nueva York, a fines de octubre de 1929. En los días que van del 24 al 29 de octubre de 1929 se produjo un gran pánico entre los inversionistas, con la consecuente súper oferta de acciones, que motivó una gran caída en sus precios.
Debido a ello quebraron Bancos y empresas industriales, lo que marcó el comienzo de una gran desocupación. En 1930 la cantidad de desocupados en Estados Unidos de Norteamérica superaba los diecisiete millones, cifra que significaba el treinta por ciento (30%) de la población activa.
Estados Unidos había alcanzado con la Primera Guerra Mundial una posición hegemónica en el mundo, al convertirse en la Primera Potencia. La tecnología introducida en las industrias hizo que se elevara sensiblemente la producción. En la década del 20 la demanda era muy elevada debido al alto nivel de vida. Las empresas producen automóviles, tractores, electrodomésticos, etc., en grandes cantidades, las que se ubican en el mercado interno y externo.
Estos productos que en un principio encontraron rápida colocación produjeron a los pocos años una saturación en el mercado. Hay que tener en cuenta además la desorganización y debilidad del mercado internacional de la época, que había sido desbastado en casi todos los países como consecuencia de la Gran Guerra. Casi todas las naciones europeas se encontraban en crisis económica, y sus mercados, en consecuencia, no eran importantes consumidores.
Solamente Estados Unidos había experimentado un notable progreso económico, pero este no se veía complementado por el resto del mundo, y la expansión industrial fue desmedida en función de las posibilidades del mercado, lo que originó una superproducción que motivó la caída de las ventas.
Existieron además, causas complementarias que aceleraron la crisis. Una de ellas fue la baja mundial de los precios del trigo por la escasa absorción de los mercados, lo que determinó que los granjeros norteamericanos dejaran de adquirir tractores y diversos artículos industriales, al mismo tiempo que se veían imposibilitados de hacer frente a sus compromisos bancarios.
Esto último aceleró la quiebra de muchos bancos cuyas colocaciones principales de dinero la efectuaban en el sector agrícola.
A todo esto hay que sumar la ausencia de instrumentos planificadores de la economía y de la inversión, en las primeras décadas del siglo, lo que impidió un crecimiento ordenado, que si bien no hubiera eliminado la crisis debido a las condiciones internacionales, por lo menos hubiera contribuido a minimizar sus efectos.
La influencia de la crisis económica de 1929 en Estados Unidos tuvo alcances mundiales. Caída del consumo, elevado nivel de desocupación, bajos salarios, escasa actividad productiva y dificultad para colocar productos exportables en los mercados internacionales.
Esta crisis influyó para que se produjera un cambio de actitud en el mundo capitalista y se prestara mayor atención a la planificación estatal. Este camino fue iniciado por Franklin D. Roosevelt con la aplicación del New Deal que dio importancia a la planificación, cosa que se incrementó con la Segunda Guerra Mundial en 1939 y con la política económica mundial de post guerra (Plan Marshall) y los distintos organismos de cooperación económica y financiera formados por distintos países.
Este cambio de actitud en el tratamiento de la actividad económica mundial permitió que el mundo de post guerra tuviera treinta años de prosperidad desde la finalización del conflicto hasta la década de 1970, en la que se inicia una nueva crisis, no ya con las características explosivas de la de 1929, pero sí con un crecimiento progresivo, e ininterrumpido y con manifestaciones de difícil solución.
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